Anime Impresiones: Barakamon

Caligrafía, o el arte de escribir. En Japón con su alfabeto logográfico más que en nuestra cultura se aprecia la belleza de la buena escritura como forma de arte, así que es natural que fuera Japón el que saliera con un anime sobre las aventuras de un caligrafista (calígrafo? caligrafiólogo?) exiliado… Veamos qué nos trae Barakamon.

En Barakamon seguimos la vida de Hanada Seishiou, un caligrafiero (?) neurótico y solitario pero con mucho orgullo de sus habilidades, que se ha autoexiliado a la remota isla de Gotou luego de golpear a un eminente experto en caligrafía por criticar su arte por ser muy “ordinario” y similar a un libro de texto. Seishou piensa aprovechar su exilio para volver a desarrollar su arte y encontrar su propio estilo en un ambiente alejado y tranquilo, o al menos tan tranquilo como puede ser su ambiente con la mitad de la población infantil de la isla usando su cabaña como casa club.

La principal causa del desorden es Kotoishi Naru, una niña de siete años que se encariña de Hanada-sensei. Sin malicia, ella elogia su trabajo por ser muy sencillo, como libro de texto, reflejando sin darse cuenta la crítica que recibió del experto.

De esa forma y a través de la historia, Naru le sirve a Seishiou tanto como incentivo para trabajar en su arte como de obstáculo porque no deja de interrumpirlo para ir a jugar. Así poco a poco va conociendo a más de los habitantes de la isla y se va desarrollando.

Y hasta ahí todo el argumento de Barakamon. No la resumí en una sola oración porque no quiero que estas reseñas sean tan cortas, pero lamentablemente eso es todo. Por suerte los mismos creadores reconocen que el concepto no aguanta con demasiados episodios y la limitaron a doce nada más. La mayoría de episodios siguen la misma fórmula: 1 – Seishiou se dispone a trabajar, 2 – Naru y algún otro aldeano le interrumpen con alguna actividad local, 3 – Seishiou fracasa como típico citadino en un ambiente rural, y 4 – Seishiou obtiene inspiración de la actividad en cuestión y gana un nuevo aprecio por las cosas sencillas de la vida.

Debo admitir que a pesar de lo formulaico de la serie no deja de ser entretenida dentro de su rama de animes “slice of life”. El humor slapstick está a cargo de Seishiou, que tiene un buen número de momentos de choque cultural. A veces se pasa de inútil pero se le perdona en el largo plazo.

Donde siento que le falta es en hacer interesante el oficio de la caligrafía. Sé que no es el punto de la serie, pero hay animes como Yakitate!! Japan o Hikaru no Go que logran despertar nuestro interés en los oficios de los protagonistas (panadería y Go, respectivamente) mientras cuentan sus historias. En Barakamon sólo tenemos el vago objetivo de Seishiou de “mejorar su arte” sin tener ninguna noción de qué implica eso: significa hacer trazos más limpios o más desordenados? En qué influye el tamaño de cada pieza, o la cantidad de texto dentro de las mismas? Cuál es el criterio para decir que alguien mejoró en caligrafía japonesa? Siento que de haber incluído algo de información sobre esto nos hubiéramos puesto a la par de Seishiou en su búsqueda de la perfección.

Esto es bueno o no?

Con todo y sus defectos, Barakamon logra que nos encariñemos con sus personajes, y entretiene lo suficiente para pasar el rato. Definitivamente no es para fans de la acción y el suspenso, si ustedes son de esos aléjense. Si buscan una buena historia light pues no les va ir mal con esta serie.