Hoy hablaremos de Kabaneri of the Iron Fortress (o Koutetsujou no Kabaneri, en Japonés), una historia de un Japón feudal steampunk con samurais y zombies. Sólo de escribir esa oración me brotó pelo en el pecho, pero… cumple las expectativas de esa asombrosa descripción?
Para la época que toma lugar la historia de Kabaneri, el mundo (o al menos Japón) ha sido invadido por hordas de kabanes: humanos infectados por un virus misterioso que los transforma en zombies sedientos de sangre. Estos son del tipo de zombie rápido como los que salieron en la película World War Z, o como los infectados en 28 Days Later (técnicamente no zombies, pero sólo para ilustrar cómo se comportan los de Kabaneri). Normalmente soy de la idea que una invasión zombie no sería tan difícil de superar, dado que los zombies no tienen defensa o estrategia y sólo dependen de la superioridad numérica para derrotar a cualquier humano razonablemente sano, pero esta serie evita esto con una característica especial de los kabanes. Verán, cuando los infecta el virus ellos desarrollan una como jaula de hierro que les rodea el corazón y que los hace muy difíciles de matar incluso con balas. Tomaría un disparo con demasiada suerte (o un espadazo demasiado certero) para poder penetrar entre las venas de hierro que rodean el corazón.
Gracias a esta ventaja los kabanes han logrado desplazar a los humanos a ciudades amuralladas (llamadas estaciones) conectadas por una red de ferrocarril. Los trenes acorazados que van por esa red son la única forma segura de moverse entre ciudades, aunque en este mundo la palabra “seguro” es algo relativo.
La historia empieza cuando los kabanes invade la estación Aragane y la población sobreviviente tiene que huir en el Koutetsujou, el tren blindado que está bajo control de los Yomogawa (los señores feudales que dirigen la estación). Durante el caos de la invasión, el joven ingeniero Ikoma es mordido por un kabane y empieza a transformarse, pero por suerte Ikoma es un gran inventor y logra hacer dos cosas: primero, logra probar un arma que puede penetrar la jaula de los kabane de forma consistente, y segundo… logra detener el avance del virus en su cuerpo.
Verán, Ikona ha estudiado mucho a los kabane debido a que quiere vengarse de la muerte de su hermana menor, así que aparte de desarrollar su arma anti-kabane (básicamente un pistón a vapor con suficiente fuerza para atravesarles el corazón) tenía la teoría que si el virus no llegaba al cerebro entonces no se completaría la transformación. Obviamente no tenía muchos chances de probar su teoría, pero cuando lo muerde el kabane se pone un arnés con un collar que cortaba la circulación a la cabeza (hmm, esto no sería fatal por otro motivo?) y logra detener el virus. Esto no significa que no sufre cambios, ya que simplemente evita perder la cordura pero su cuerpo siempre se transforma de forma similar a los kabane. Ikona se convierte, en efecto, en un Kabaneri: híbrido de humano y kabane.
Ikona obtiene una jaula alrededor de su corazón, obtuvo mayor fuerza y velocidad, y sacó un tipo healing factor, pero debe tomar sangre periódicamente o morirá luego de perder el control. Por suerte conoce a Mumei, una chica ninja que ha pasado por la misma transformación y que le enseña cómo controlarse, y gracias a ella se logra reunir con la población a bordo del Koutetsujou. No es que los acepten inmediatamente (la paranoia siendo un tema principal en todas estas historias de infectados), pero poco a poco se logran ganar su confianza.
El resto de Kabaneri trata sobre los esfuerzos de Ikona y sus amigos de proteger su tren y llegar a un lugar seguro, pero tienen que sobreponerse a los kabane y a aquellos humanos que usan a los kabane para su propio beneficio. Claro, también aquí hay gente así. No les quiero dar más detalles por si ven la serie, aunque tampoco es la gran sorpresa cuando nos presentan a quien resulta ser el malo final.
Algo que debo mencionar sobre Kabaneri es su gran nivel de animación de principio a fin. La serie fue producida por Studio Wit, quienes también produjeron Attack on Titan y actualmente trabajan en su secuela. Aunque Kabaneri y Titan son de temas similares no significa que Wit sólo sabe hacer de esas, también han producido comedias y series shonen más tradicionales. El punto es que les quedó super bien en cuanto a la fluidez de la animación, el diseño de personaje y el detalle del entorno en que se desarrolla la serie. Pasan de tomas escénicas impresionantes del Koutetsujou avanzando entre campos y bosques, al ambiente claustrofóbico lleno de tubos y vapor de adentro del tren, o al hacinamiento urbano de las estaciones, y todo se ve excelente.
En cuanto a la historia, pues prácticamente camina sobre rieles (jaja, vieron lo que hice?) en el sentido que no hay muchos giros o sorpresas. No por esto digo que sea mala, simplemente que en general siguen la fórmula de películas de zombies pero lo hacen de forma muy hábil. Hasta logran superar una de mis quejas con este tipo de series, en el sentido que los protagonistas son muy proactivos en cuanto a desarrollar armas anti-zombie y crear estrategias para sobrevivir, y no se sienten tan inútiles como por ejemplo los de Attack on Titan en la primera mitad de esa serie.
Les recomiendo mucho que vean Kabaneri of the Iron Fortress, como mínimo por el nivel de animación que les va a deleitar la vista y también por una buena, tensa historia de sobrevivencia. No se la pierdan.