Entre mis primeros recuerdos – literalmente, entre las cosas más antiguas que recuerdo de mi niñez – está el haber invadido el cuarto de mis papás y, junto con mi hermano, saltar en la cama mientras veíamos el Chavo del Ocho en la tele del cuarto. Y más recientemente, estos últimos años que mi padre estuvo convalesciente, me queda el recuerdo de llegar a casa a almorzar y sentarme con él a ver los episodios viejos de Chespirito que pasan al mediodía. Así que gracias por las memorias, Don Roberto, y descanse en paz.