Pobres de Microsoft: cuando anunciaron el X-Box One, la consola iba a necesitar Kinect, una conección activa a internet y un esquema complicado para jugar juegos usados, entre otras cosas. Terminaron revirtiendo la mayoría de esos planes (luego de una ola de protestas cuando la consola ni había salido) pero se habían quedado con eso de vender X-Box One con Kinect a $499. Incluso habían dicho que el “X-Box One es Kinect. No son sistemas separados.”
Supongo que luego de su débil desempeño en el primer trimestre del 2014 (donde ni cocinando los números de “venta” alcanzaron al PS4) los de Microsoft se quedaron un rato en silencio, dijeron “vale ve….” y decidieron ofrecer la opción del X-Box One sin Kinect. Y de paso aprovecharon para quitar el requerimiento de pagar por la membresía Gold para poder ver Netflix, Hulu, y otros servicios.
Bien por ellos, tal vez así recuperan algo del mercado y aprenden a no imponer cosas que sólo les conviene a ellos y no a sus clientes.